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viaje de vuelta Sevilla - Barcelona |
"Me voy de Sevilla con la esperanza de volver pronto y perderme por el arte de Triana y con las ganas de volver a escuchar los "oles" flamencos de un coso sabio y taurino".
Escribí esto sentado en mi asiento trasero del vuelo que me retornaba a la realidad. Atrás quedaban cuatro días intensos, saboreando todos y cada uno de los colores que mi retina retuvieron de esta ciudad con duende, en la que entrar por sus estrechas calles te hacen retroceder en el tiempo, ya que todo lo que pasa en Sevilla es especial, como bien decía la letra de aquella famosa sevillana.
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Ermita del Rocío (Almonte - Huelva) |
El viernes día 3 de mayo desde lo alto se divisaba ya una Sevilla que esperaba con ansia la feria de abril, sus gentes preparando las casetas y apurando las horas para que llegara la noche del "
pescaíto frito". Nosotros este día nos fuimos para Almonte (Huelva), cuna de todas cuantas romerías hay en Andalucía. Ante mi se alzaba imponente la ermita del Rocío, en medio de aquel desierto de tierra marismeña. Un silencio solo roto por los cantos de los miles de flamencos que bañaban sus largas patas en las marismas y por los pasos de los caballos que caminaban por aquella plaza vigilada a todas horas por la Blanca Paloma.
Era mediodía en la Ermita, el calor empezaba a apretar y el hambre y la sed hacían ya mellas en nosotros, por lo que degustamos un buen pescado al fresquito de un patio andaluz regado por vapor de agua que caía del cielo de uno de tantos bares y restaurantes que amurallan el recinto.
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dos toros reseñados para Madrid 2019 |
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Salón de celebraciones |
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Patio interior del Cortijo |
Por la tarde, a esto de las cuatro, entrábamos en la finca donde pastan los toros de Partido Resina, antes Pablo Romero. La tarde estaba bañada por un cielo azul solo roto por los grises de la camada de estos imponentes, serios y guapos toros. Nos acompañó con el coche por todos los cercados José Luís Algora, quien con un trato sensacional nos comentó cual seria el destino de cada toro. Una tarde hablando de historia, de fiesta, de toros, terminando el viaje en el patio interior del cortijo lleno de coches de arrastre de todas las épocas puestos uno al lado de otro como si estuvieran dispuestos a transportarnos hacia los inicios de éste peculiar hierro ganadero creado a base de mezclar castas tan antiguas como legendarias a la vez. Una clase magistral al lado del representante de este encaste único llamado Partido de Resina.
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puente de Triana |
Casi oscureciendo llegamos a nuestro destino, Sevilla. Cruzamos el caudaloso río Guadalquivir por el puente de la Avenida Expo 92 en dirección al barrio con más arte de cuantos existen en el mundo. Cuna de cantaores, pintores, toreros, bailaores, artistas, pues allí mismo en la calle Pages de Corro nos adentramos para descansar. Desde el balcón del hotel divisábamos perfectamente la calle Betis y al fondo mirándonos estaba ella, con sus colores blanco y amarillo brillando más que nunca. Mientras la contemplaba me venían a la cabeza la de cosas que sus paredes habían albergado desde que en 1914 se reforma por última vez.
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instantánea de la puerta del Principe |
Tardes trágicas como la muerte de Montoliu mientras nos queria brindar un par de banderillas, o las tardes en las que las verónicas de Curro Romero le hacían aún ser más faraón o ya más recientemente la historia la escribieron José María Manzanares (2011), Manuel Escribano (2016) y El Juli (2018) con los indultos de Arrojado de Nuñez del Cuvillo, Cobradiezmos de Victorino Martín y Orgullito de Garcigrande. Así de real y maestrante es la plaza de toros de Sevilla.
Por la noche salimos a descubrir más rincones, la calle Alfarería, el callejón de la Inquisición, la calle San Jacinto y allí delante estaba de nuevo ella un poco más triste y apagada que unas horas antes pero igual de bella como siempre, en medio solo teníamos ya el puente de Triana. Las palmas empezaban a escucharse, las sevillanas comenzaban a tararearse. Se hacia tarde y al día siguiente nos encontraríamos por primera vez.
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entrada finca Zahariche |
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D. Antonio Miura |
El sábado amaneció desapacible, triste y amenazando lluvia aún así teníamos una cita con una de las casas ganaderas más importantes y que la historia ha querido que esté aún presente en nuestros días. Nos esperaban en Zahariche. Al cruzar la puerta de la cerca retrocedimos en el tiempo. En la puerta del caserío nos esperaba Don Antonio Miura. Tras los saludos nos acompañó a ver los toros reseñados para Sevilla. Se trataba de una corrida seria, con trapio y que llevaba el sello de la casa. Desde este cercado se divisaba buena parte de la extensa finca, momentos que aprovechamos para hablar de toros y de la fiesta y menudo profesor tenia delante, decidimos continuar la conversación en otro momento, más adelante y solo el tiempo dirá si será en nuestra casa.
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panorámica de la plaza |
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final de la corrida |
Eran las seis y cuarto de la tarde, entrábamos por la puerta 14 subimos por la escaleras y allí estaba, llena de almas esperando que los Victorinos nos hicieran disfrutar. El albero relucía, el tendido resplandecía. Los clarines sonaron y de golpe se hizo el respecto más grande que recuerdo. Los tres toreros rompieron en la arena y iniciaron el paseillo. Ahora si, ya no había vuelta atrás. Clarines y timbales anunciaban al primero de la tarde "Paquetillo" cárdeno que solo salió al ruedo oyó los primeros aplausos. Tarde de emoción, tensión, de buenos tercios de varas, banderillas bien clavadas y rasgos de toreria solo salpicados por las complicaciones de los albaserradas. Un Ferrera veterano, templado y con dos buenos toros sobretodo el cuarto "Petrolero". Escribano vino con actitud y valentia aguantando dos eternas puerta gayolas pero no tuvo suerte con su lote esta vez y un Emilio de Justo, justo vencedor de la encerrona victoriana pero por culpa de los aceros se quedó sin trofeos. Tres horas de festejo pausado, lento, saboreando todo cuanto pasaba en el ruedo y tendidos que terminaban saliendo por la calle Iris como si de una figura del toreo se trataba.
Así nos conocimos, y así recordaré mi primera vez en ella...ya de camino a casa solo cuento los días para volver a Sevilla y perderme por Triana y con la esperanza de reencontrarme de nuevo con esta bella plaza llamada La Maestranza.
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